¿Formemos los Soviet?

Dos artículos nuestros del número precedente, uno dedicado al análisis del sistema de representación comunista, el otro a la exposición de la tarea actual de nuestro partido, concluían convergiendo en la cuestión de si hoy sea posible y conveniente la constitución de los consejos de obreros y campesinos mientras aún esté en pie el poder de la burguesía.

El compañero Ettore Croce (1) en un artículo del Avanti! (2), discutiendo nuestra tesis abstencionista, pide que antes de desembarazarnos del arma envejecida de la acción parlamentaria, tengamos lista una nueva, y auspicia la formación de los Soviet.

En el número pasado nosotros clarificamos la distinción entre la tarea técnico-económica y la tarea política de la representación sovietista, demostrando que los verdaderos órganos de la dictadura proletaria son los Soviet políticos locales y centrales, en los cuales los obreros no figuran como subdivididos en categorías de oficios.

Al lado de estos órganos cuya suprema autoridad es el comité central ejecutivo, che nombra los Comisarios del Pueblo, está todo el entramado de los órganos económicos, basados sobre los consejos de fábrica y sobre los sindicatos profesionales, y que confluyen en el Consejo Central de la Economía.

En Rusia, mientras, repetimos, en el CCE y en el Soviet de los Soviet no existen representaciones profesionales, sino tan sólo distritos territoriales, en el Consejo de la Economía, el órgano que actúa técnicamente las deliberaciones de socialización de la asamblea política, figuran las federaciones de oficio y los consejos económicos locales.

L’Ordine Nuovo (3) del 16 de agosto traía un artículo interesante sobre el mecanismo sovietista de socialización.

En este artículo se exponía como en una primera fase, definida anarco-sindicalista, los consejos de fábrica asumieron en sus manos la gestión de la producción, pero que luego, en la fase sucesiva de centralización, habían ido perdiendo importancia hasta convertirse en simples representaciones de los intereses del trabajo y en sociedades de mutuo auxilio y educación entre los obreros de una planta.

Si pasamos al movimiento comunista alemán, vemos en el programa de la Liga Spartacus (4) que los COS (Consejos de Obreros y Soldados), órganos que sustituyen a los parlamentos y a los consejos comunales burgueses, son muy otra cosa que los consejos de fábrica, los cuales (art. 7 del cap. III) de acuerdo con los Consejos de los Obreros regulan las condiciones de trabajo, y controlan la producción para asumir finalmente la dirección del ejercicio.

La dirección de las fábricas, en la práctica rusa, ha sido luego constituida sólo por un tercio por la representación del consejo di fábrica, por un tercio por la representación del Consejo Supremo de la Economía, y por un tercio por la representación de la Federación central de industria (intereses del gremio - intereses generales de la sociedad - intereses de la técnica industrial de la rama).
Siempre en Alemania, las elecciones de los COS tienen lugar con este mecanismo: cada 1000 electores un miembro del consejo - sólo las grandes fábricas con más de 1000 obreros constituyen un cuerpo electoral en sí - para las pequeñas fábricas y los desempleados, se vota con el método establecido por la comisión electoral de acuerdo con las distintas organizaciones profesionales.

Nos parece que tenemos bastante para declararnos fautores de un sistema de representación netamente distinto en dos redes (5): económica y política.

Para las funciones económicas, cada fábrica tendrá su consejo de fábrica electo por los obreros, que tendrá ingerencia en la socialización y en la sucesiva dirección de la planta según oportunos criterios.

Para la función política, es decir para la formación de los órganos locales y centrales del poder, las elecciones de Consejos proletarios se harán con listas en las cuales - excluidos rigurosamente los burgueses, o sea aquellos que de algún modo viven del trabajo ajeno - figuren todos los proletarios en plan de igualdad, cualquiera sea la profesión, ya también si se encuentran, por justas razones, desempleados o no aptos para el trabajo.

Establecido bien esto, ¿se pueden, se deben formar los Soviet?

Si hablamos de los consejos de fábrica, los mismos se están ya difundiendo bajo la forma de comisiones internas, del sistema inglés de los Shop Stewards (6); y como quiera que ellos son organismos que representan los intereses del gremio, se puede determinar su formación aun mientras la fábrica pertenece todavía al capital privado, más bien será ciertamente útil alentar la constitución de estos consejos de fábrica pero sin hacerse demasiadas ilusiones sobre su intrínseca facultad revolucionaria.

Llegamos al problema más importante: el de los Soviet políticos.

El Soviet político representa los intereses colectivos de la clase trabajadora, en cuanto ella no comparte el poder con la clase burguesa, sino que ha logrado derrocarla excluyéndola del poder.

Todo el valor y la fuerza del Soviet están entonces no en una especial estructura, sino en el hecho que él es el órgano de una clase que toma para sí toda la dirección de la gestión social. Todo miembro del Soviet es un proletario, consciente de ejercitar la dictadura junto a su propia clase.

Si la clase burguesa está todavía en el poder, aun teniendo la posibilidad de convocar a los electores proletarios para elegir sus delegados (puesto que no es el caso de pasar ni por los sindicatos, ni para le comisiones internas existentes), no se haría sino una imitación formal de una institución por venir, pero a esta faltaría su fundamental carácter revolucionario.

Aquellos que pueden hoy representar el proletariado que mañana asumirá el poder son los obreros conscientes de tal perspectiva histórica, o sea los obreros inscritos en el Partido Comunista.

El proletariado que lucha contra el poder burgués está representado por su partido de clase, incluso si éste sólo constituye una audaz minoría.

Los Soviet de mañana deben tener su génesis en las secciones locales del Partido Comunista. Éstas tendrán listos los elementos que, inmediatamente después de la victoria revolucionaria, serán propuestos para el voto de la masa electoral proletaria para constituir los Consejos de los delegados obreros locales.

Pero para poder asumir estas funciones el Partido Comunista debe abandonar las elecciones de representantes en los organismos de la democracia burguesa. Las razones de tal afirmación son evidentes.

El Partido debe estar compuesto sólo por individuos prestos a las responsabilidades y a los peligros de la lucha en el período de la insurrección y en el de la reorganización social. La conclusión: abandonaremos las elecciones sólo cuando tengamos listos los Soviet, es errónea. Un mejor examen de la cuestión conduce en cambio a otra conclusión: el órgano de la revolución hasta que exista el poder burgués es el Partido de clase; luego del derrocamiento de éste es la red (7) de los consejos obreros.

El partido de clase no puede ser tal ni ponerse a la altura de lanzar el asalto al poder burgués para sustituir la democracia parlamentaria con el sistema sovietista, sin renunciar a enviar a sus representantes a los organismos burgueses.

Esta renuncia, que tiene formalmente valor negativo, es la primera condición para movilizar las fuerzas del proletariado comunista.

No querer hacerla quiere decir reputar inútil el colocarse en condiciones de aprovechar la primera ocasión conveniente para declarar la guerra de clase.

Note:

(1) Ettore Croce (1866-1956). Militante y dirigente del Partido Socialista Italiano. Estuvo entre los fundadores del Partido Comunista (1921) del cual fue diputado hasta 1926 cuando tuvo que exilarse a Francia perseguido por el régimen fascista. Luego de la caída del fascismo siguió ligado al PCI, pero sin participación activa.

(2) Avanti! (Adelante) Diario del Partido Socialista Italiano. Fundado en 1896.

(3) L’Ordine Nuovo fundado el 1º de mayo de 1919 por Antonio Gramsci como respuesta "a una necesidad profundamente sentida por los grupos socialistas de una palestra de discusiones, estudios e investigaciones en torno a los problemas de la vida nacional e internacional (...)". A partir de su 7ma entrega, en junio de ese mismo año, se convierte en "el diario de los Consejos de Fábrica" en lucha por "Todo el poder del taller a los comités de fábrica, coordinada con la otra: Todo el poder del Estado a los consejos obreros y campesinos"

(4) Liga Spartacus o Liga Espartaquista. Su programa conocido como ¿Qué quiere la Liga Espartaquista? Programa del Partido Comunista Alemán, fue redactado por Rosa Luxemburgo y publicado por vez primera en el diario espartaquista Die rote Fahne (La Bandera Roja), el 14 de diciembre de 1918. Cuando Luxemburgo lo redactó los espartaquistas eran todavía parte del Partido Socialdemócrata Independiente (USPD), al que abandonarían el 31 de diciembre de 1918 al fundar el Partido Comunista Alemán (KPD).

(5) Queremos dejar sentado que no hemos "modernizado" este término. Hemos traducido literalmente reti por redes. Como corresponde.

(6) Shop Stewards. Delegados de Taller. Su desarrollo se sitúa antes de la primera guerra mundial en Escocia, en torno al Clyde Workers' Committee, luego al National Shop-Stewards, y más tarde en el Workers' Committee Mouvement, todos independientes respecto de la organización sindical oficial: la TUC (Trade Union Congres). Durante la primera guerra mundial dirigieron varias huelgas importantes con la consiguiente represión. Más tarde estos comités shop-stewards fueron integrados en el funcionamiento del sistema. Pero fue bajo el gobierno de la Thatcher que su poder y su papel, ya muy disminuidos, desaparecieron prácticamente.

(7) Idem, nota 5.

Notas y traducción del italiano: Giuseppe Raspa, 29.04.2007

Source Il Soviet, 21 septiembre de 1919
Author Amadeo Bordiga
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